Jesús Cacho
Esta es la última moda en la city madrileña. La moda de la no presencia. Los ricos, hartos de sorpresas, le han cogido miedo a las responsabilidades, incluso penales, derivadas de su presencia en primera persona en los negocios en los que participan, aunque a priori la aventura esté guiada por las mejores intenciones.De modo que todos están utilizando a terceros en toda clase de operaciones, como firmas ante notario, consejos de administración, adquisiciones, elevaciones a público... Para eso están los abogados, los hombres de paja, los gerentes con ganas de medrar. Si la cosa va bien, al fin y al cabo todo el mundo sabe quién manda de verdad. Y si va mal, que sean otros quienes desfilen por la Audiencia.
A veces, el hombre de paja cobra altura y empieza a volar tan alto o más que su representado. Todo el mundo decía saber que Florentino Pérez era un hombre de los March. Hoy, el gran Floro, presidente del Real Madrid, algo más que un club de fútbol, casi tan importante en Madrid como ser presidente del Gobierno (como ser ministro, se decía en tiempos de Bernabeu), es ya un personaje que flota en la galaxia de los ricos con nombre propio. Pérez ve con tranquilidad la presencia en ACS de los ricos mallorquines.Quienes le preocupan son otros, y no son hermanos, sino primos, y tienen ya el 10% de la nueva ACS-Dragados, y ese es el negocio que ellos conocen de toda la vida, y Floro se tendrá que ocupar de verdad del nuevo gigante o tendrá problemas, porque el 10% en ACS es cinco veces lo que la familia Botín dice tener en el SCH, y nadie discute que Emilio Botín manda como si tuviera el 100% del banco.
Algunos ricos de toda la vida se han caído del guindo, y rechazan ofertas para entrar en consejos que tachan de regalos envenenados.Francisco González (FG) está encontrando dificultades con algunas de las invitaciones que está cursando últimamente. Nadie quiere hacerse responsable de los errores ajenos. Basta con preguntar a los Entrecanales, a punto de acabar imputados en el famoso caso de los planes de pensiones del BBVA.
¿Alguien en su sano juicio pudo creer que a Juan Entrecanales le hacía falta un plan de pensiones en las Islas Vírgenes? Con razón despotricaba hace un año en una cena celebrada en su casa de La Moraleja: «No vuelvo a entrar en un puñetero consejo que no controle», después de añadir que «este Paco se va a enterar».
Más de uno sigue, por eso, asombrado de que un hombre como Juan Abelló, que ha visto desfilar tantos cadáveres bancarios por delante, empezando por el de su antaño íntimo Mario Conde, haya entrado en el consejo del SCH, por muchas ventajas colaterales que el asunto le reporte. ¿Para qué necesita Abelló su parte en la tarta de esos 151,4 millones de euros que el consejo del SCH se repartió en el 2002? Esa suma, capaz de alegrarle la vida a un Guillermo de la Dehesa, un perfecto independiente, es calderilla en el bolsillo de don Juan que, en todo caso, encarna ahora el prototipo de rico que no está dispuesto a firmar un papel ni harto de copas. Ni en el notario, ni cuando compra empresas, ni siquiera cuando paga en un restaurante.
Precisamente por miedo a verse involucrado en un escándalo judicial, Abelló salió pitando a la vuelta de septiembre del negocio privado que los hermanos Felipe y Javier Benjumea tienen en su feudo sevillano de Abengoa. Ni una brizna de aire se mueve en Sevilla sin el visto bueno de los señoritos. La Infanta Elena y consorte suelen alojarse en la casa que Javier posee en la sevillana calle Mariana Pineda cuando viajan al sur, por no hablar de las cacerías que organiza para el Rey y que el propio Monarca se encarga de enriquecer con invitados de postín.
Ahora los Benjumea se enfrentan a una querella presentada por Anticorrupción y que ha admitido a trámite un juez de la Audiencia Nacional, a cuenta del trapicheo pergeñado con la participación de la familia en Xfera, el non nato negocio de telefonía UMTS de Florentino Pérez. Un caso de asombrosa confusión entre dinero propio y ajeno. Un asunto muy parecido al que llevó a los Albertos a una condena por estafa en los terrenos de la plaza de Castilla.¡Si Javier Benjumea Puigcerver, primer marqués de la Puebla de Cazalla, levantara la cabeza!
Todo el mundo está ya utilizando a terceros a la hora de estampar su firma, en las compras, en la formulación y aprobación de cuentas, e incluso en las declaraciones de Hacienda. Si algo sale mal, siempre se puede echar la culpa al apoderado. Los Albertos lo acaban de hacer en ACS, no se sabe bien si a resultas de sus problemas con la Justicia o del llamativo nivel de endeudamiento de ACS, un mal de todas las constructoras, cierto, con deudas que no hay balance que resista y que algún día podrían llegar a estallar.
Los Albertos han nombrado a Manolo Delgado, un abogado que empezó defendiendo a las hermanas Koplowitz en el episodio de sus respectivos divorcios y que terminó militando en las filas de los primos.A Javier Echenique, un ex BBV con buen cartel en el mundo de los negocios, que parece haberse especializado en el consejeo a tanto la pieza, sin distinción de matices, colores y formas.Y a Javier Monzón. La presencia del presidente de Indra en la terna ha conmocionado al Madrid empresarial. El aludido explica su decisión en la determinación, ciertamente valiente, de no dejar en la estacada a unos inversores, los primos, que siempre presentaron una brillante hoja de servicios como accionistas de Indra. Sin embargo, la condición de empresa cotizada, primero, especializada en temas de defensa, después, y con fuertes vínculos comerciales con el Estado, en fin, colocan a Monzón en una posición delicada.
Está claro que hay alguna gente dispuesta a pasarle a cobro alguna factura, y desde luego mucha gente decidida a hacer efectiva la sanción social contra los Albertos por el delito por el que fueron condenados por el Supremo, y cuya sanción penal algunos muy poderosos siguen empeñados en evitar.
Alcocer pasa olímpicamente, cada día más volcado en la caza, como una muy reciente de ciervos en los Alpes austriacos, a 8 millones de pesetas la pieza. Cuentan que su amigo, muy prominente, cobró dos piezas, récord del mundo, y él mismo una. Cortina, por el contrario, ha renunciado por completo a la caza y sufre las consecuencias del episodio. Nada le gustaría más que rehacer su imagen rota. Por la acera de en frente desfilan sus antiguas esposas, las ricas Koplowitz, dos mujeres que tal vez habrían acabado dirigiendo una tienda de ropa mona en la calle Lista de no haber sido por los primos. Aureoladas por la prensa salmón como intrépidas empresarias, las hermosas hermanas son ahora presencia obligada en cualquier cenáculo madrileño que se precie.Si no hay Koplowitz, no hay cena.
De modo que es moda buscar hombres de paja. Los fondos extranjeros, que de esto saben lo suyo, hace ya tiempo que adoptaron la política de no entrar en los consejos y, en muchas ocasiones, ni siquiera acudir a las juntas. Basta con preguntar a Fidelity y compañía.It does not pay to be in the Board. Incluso ese enfant terrible de la Bolsa española que ahora mismo es Carlos Tejera viaja siempre acompañado por dos abogados que son los que firman sus documentos.A Tejera jamás se le ocurriría sentarse en ninguno de los consejos de cotizadas a los que tendría derecho (caso de Sogecable o Indra).Incluso las reservas en los restaurantes las hace a nombre de su secretaria inglesa. Claro que en Zalacaín no se chupan el dedo.
Nadie quiere arriesgarse. Y menos si se trata de ganar dos duros.70.000 euros brutos cobra Paco Alvarez Cascos, "el mejor ministro de Fomento de la democracia" (Aznar dixit), una suma que no representa ni de lejos los riesgos y responsabilidades del cargo, ni la cuantía del presupuesto que maneja. De modo que es normal que no sienta la menor tentación de dar codazos para abrirse paso en un futuro Gobierno Rajoy. Ya tiene cubierta su cuota de vanidad.Algo parecido le ocurre a Rodrigo Rato.
Y anoten un nombre para dirigir los asuntos de la economía española: Jaume Matas. |